- DESPUÉS DE LA VENDIMIA
Vicente Núñez, en la Biblioteca municipal |
Dedicatoria en el libro de firmas de la Biblioteca |
- Te conocí una tarde después de la vendimia,
- cuando los zagalejos salen a la rebusca
- y las más tibias uvas se recargan de aroma
- y de una miel violeta que persiguen los tábanos.
- Ya no había en la viña trasiego de comportas
- ni las mozas dejaban en el lagar sus risas,
- y estaban las gayolas de un color ocre húmedo,
- y las pámpanas mustias ciegamente mirando.
- Pero en aquella tarde parecían tus ojos
- más azules y claros por entre los eneldos,
- y tu pelo más rubio que la paja del heno
- sobre aquella nublada oscuridad del lago.
- Estuvimos sentados trenzando las eneas
- y se quedaba inmóvil nuestra mirada a veces,
- y a veces nuestras manos desmayaban y torpes
- se rozaban y luego se quedaban dormidas.
- Yo te ofrecí granadas de encendida corteza
- y membrillos que tienen una dulce pelusa,
- y por la carretera te ofrecí los cristales
- transparentes y hermosos que dan los curbariles.
- Pero ahora ha crecido la tristeza, y el campo
- es como un brazo seco que me duele y me llama:
- y entonces me pregunto si merece la pena
- que otra vez venga otoño y mueran las acacias,
- que otra vez las gallinas en el cortijo escarben
- sobre el estiércol tierno de tibio y dulce vaho,
- si es posible que esta soledad no sea un sueño
- y tu recuerdo una infinita tristeza
- y las hojas que mueren unos dedos que cierran
- mis ojos de silencio enteramente tristes.
Vicente Núñez (Los días terrestres (1957)
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