Algunas reflexiones sobre "El llanto, la sangre, el fuego", de Rafael Calero Palma
por Miguel Ávila Cabezas
Con "El llanto, la sangre, el fuego. (Relatos y poemas
de la Memoria)", Rafael Calero Palma nos restituye limpiamente la voz de la
memoria que tanto tanto se ha intentado, y aún hoy, en aras de una torticera
conciliación histórica, se intenta cercenar.
Cada crimen que el ser humano comete es una
piedra más arrojada al fondo sin pozo de la ignominia. Y son tantos los
perpetrados desde que este bípedo absurdo y atónito tuvo conciencia de sí que el
relato de ellos superaría infinitamente con creces el número de páginas de todos
los libros juntos de esa biblioteca de Babel que albergara en su laberíntica
cabeza Jorge Luis Borges, un grande de las letras, aunque minúsculo en su humana
entidad frente a la dictadura argentina, que, como todas las dictaduras que en
la Historia Universal de la Infamia han sido, son y desgraciadamente serán, puso
una avidez insaciable en hacer del sufrimiento, la tortura y la muerte su santo
y seña, su carta de presentación más… genuina.
Las formas (y los nombres) del crimen son
incontables. Los hay de todas las tallas, colores, gustos, procedencias, estilos
y ámbitos: el familiar, el social, el institucional, el laboral, el religioso,
el sanitario,